Hablaba Eragon, para el que no se acuerde:
-
La
gente olvida deprisa, y aunque tus logros perduraran en la memoria de tus
vasallos y en la de muchos de sus descendientes, llegará el momento, en el que
sí, os olvidaran y pasareis a ser un interrogante en la historia. Pero eso nos
llegará a todos, a Nasuada, a Roran –el rey chasqueó la lengua, demostrando que
seguía sin llevarse bien con su primo- incluso a mí, nada dura para siempre, ni
siquiera las estrellas, todos pasaremos a ser tan solo un nombre más a recordar
en esos libros de historia, pero nunca nadie volverá a recordar nuestro
sacrificio. A algunos la estancia en este mundo les dura más que a otros, pero
nadie es capaz de ganar al tiempo, todos somos hormigas ante él. Lo que
realmente importa es lo que decidimos hacer con el tiempo que se nos da aquí.
Probablemente, si no hubiese sido tú uno de los que derrotaron a Galbatorix,
hubiese sido otro, sin embargo fuiste tú y debes de estar orgulloso por ello.
No malgastes tu tiempo pensando en esas cosas, porque antes de que la gente te
olvide, tú serás polvo y ceniza al viento y entonces poco te importará ya, ¿no?
–Eragon hizo una pausa en la que volvió a mirar a los ojos al viejo rey y
después añadió- Sin embargo hay algo que te aflige aún más, ¿no es así?
Realmente no te importa lo que pase después de la muerte aquí, sino lo que te
pasará a ti durante ella y si realmente hay un más allá. ¿Verdad?
El rey le miró
esta vez con verdadero asombro y de pronto comenzó a derramar cascadas de
lágrimas a través de sus arrugadas mejillas. Estuvo un tiempo así hasta que de
pronto estallo en una pequeña risa y dijo entre sollozos:
-
¿No
es curioso que sean los jóvenes los que dan consejos a los ancianos? –y después
continuó mucho más calmado clavando su vista en el lejano horizonte- Has cambiado
Eragon, ya no eres ese joven alocado que perseguía a los Ra’zac y que perseguía
a sus maestros como un perrito faldero. Ahora piensas por ti mismo y ahora son
los demás los que te persiguen pidiendo consejos. Eragon, tengo setenta años,
no me queda mucho, tú eres ahora el más sabio y el que más cerca esta de la
inmortalidad, dime, ¿realmente hay un más allá?
Eragon
reflexionó sobre esa pregunta mucho tiempo, pensando en lo que debía de
contarle a Orrin sin llegar a romper las reglas de la naturaleza, pues el miedo
a la muerte es algo que pertenece a toda cosa viva y por tanto, quitarle a
Orrin la única esperanza que le quedaba, podía trastornarle mucho, de modo que
dio un rodeo:
Sigo escribiendo....
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